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Luces y sombras: integrar nuestras debilidades

Hemos hablado en otras ocasiones sobre las heridas, la vulnerabilidad, aceptar nuestras debilidades, reconocer nuestras emociones y canalizarlas de una manera sana. Creo importante enfatizar en un punto: acoger e integrar nuestras debilidades, nuestras sombras. Hay una cierta visión dualista de la vida que ve todo en blanco y negro olvidando la amplia escala de grises. En la dimensión moral-espiritual muchas veces buscamos combatir nuestros defectos y cultivar virtudes; en la dimensión profesional superar nuestras áreas de oportunidad y potenciar nuestras competencias. Pero, ¿no les ha pasado que hay debilidades, defectos o áreas de oportunidad que, por más que nos esforzamos no logramos superar? Igualmente, en la dimensión psicológica buscamos superar nuestros traumas, pero esto no los borra, lo que hacemos es integrar la experiencia para que no nos siga generando perturbación.

En la vida social o comunitaria, en nuestras familias, equipos de trabajo, grupos eclesiales hay defectos, conflictos, debilidades de ciertos miembros, que, por más apoyos que brindemos nunca se superan del todo. En la vida laboral estamos muy acostumbrados a pensar en términos como “mejora continua” y la mentalidad del positivismo nos llevó a pensar que todos los progresos personales y laborales son lineales y siempre hacia arriba. Pero, en la vida cotidiana vemos muchas veces que mejoramos algo y luego retrocedemos en otra cosa, que luchamos por superar algo y volvemos a caer, que tenemos avances, caídas y recaídas, y luego nos volvemos a levantar.

Como he dicho en otras ocasiones, soy una apasionada de la literatura, y estoy convencida que el arte y el lenguaje simbólico logra expresar lo más profundo del ser humano. Hace unas semanas preparaba el discurso de graduación de mis alumnos de secundaria. Siempre les cuento una historia porque creo que esto favorece el que me pongan atención, que recuerden la historia y a través de ésta el mensaje que les quiero dejar, y porque cada quién puede profundizar en ellade manera personal. Este año quería hablarles justamente de este tema, integrar las luces y sombras en nuestra vida. Les conté una versión muy resumida del cuento El Niño Sol y la Niña Luna” de George MacDonald (Al final les dejaré el enlace para quien guste leerlo completo). Este cuento narra la historia de Nycteris y Photogen, niños que son separados de sus madres por una bruja llamada Whato. La bruja hace que Nycteris, la niña, no conozca la luz y viva encerrada en un castillo, y Photogen, el niño, conozca solamente el sol y nunca la noche, ni siquiera estar expuesto a la sombra. Nycteris tenía solo acceso a la luz de una débil lámpara, y con ello era feliz y crecía en ella un deseo de más. Por diferentes circunstancias un día ambos chicos se conocen y se ven expuestos al día y a la noche, lo que hace que cada uno tenga que enfrentar sus temores. Se ayudan el uno al otro para poder superar sus miedos e integrar luz y sombra en sus propias vidas.

Esta historia, además de su belleza literaria, me habla de la búsqueda interior que todos realizamos para integrar en nuestra vida nuestras cualidades y defectos, nuestras luces y sombras, nuestras alegrías y tristezas, nuestra valentía y nuestros miedos. Todos quisiéramos, a las veces, sentirnos como Photogen, valientes, luminosos, fuertes, alegres; sin embargo, todos experimentamos también nuestras sombras y debilidades. Cuando todo va bien, no sentimos miedo y podemos pensar que somos fuertes, pero cuando llega la oscuridad es cuando realmente conocemos quiénes somos. Photogen descubrió sus miedos, su arrogancia y su media valentía. Nycteris, en cambio, a pesar de vivir siempre en la oscuridad tenía un optimismo natural, disfrutaba de las cosas y con la poca luz que hubo en su vida creció en ella el deseo de más. Entre los dos fueron enfrentando sus miedos e integrando la luz y la sombra en sus vidas. Esto es importante, no podemos integrar nuestra vida solos, necesitamos de los demás.

Cuando acompaño espiritualmente a las personas les invito a que no se fijen solamente en superar defectos, sino en usar los dones y recursos que Dios les dio, sin por ello olvidar sus debilidades. Muchas veces invertimos demasiada energía en combatir lo que no nos gusta de nosotros mismos, nos peleamos con nuestras sombras en vez de abrazarlas. A las veces es necesario abrazarlas y aceptar que necesitamos usar muletas para caminar con ese defecto o limitación. Esa muleta a las veces la encontraremos en nuestros propios recursos personales, otras veces en la complementareidadcon el otro: mi pareja, mi compañero de equipo, mi hijo, mi amigo. Si todos fuéramos perfectos, completos, no tendríamos necesidad del otro. Nuestras debilidades nos dan la oportunidad de sentirnos necesitados y salir de nosotros mismos. No olvidemos que Jesús es la luz absoluta que ilumina nuestra vida, pero Él más que nadie supo asumir las sombras, nuestras sombras, para redimirlas y que nos sirvieran para acercarnos a Él.

EJERCICIO PERSONAL:

Lee 2Cor 12, 9 y abraza tus debilidades: “Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.” 

LECTURA RECOMENDADA:

Hna. Elizabeth Mendoza MC

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Un comentario en “Luces y sombras: integrar nuestras debilidades

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