Vivimos en un mundo que tiende fuertemente al individualismo, al relativismo y ver cada quien las cosas desde su punto de vista. Sin embargo; también la cultura actual habla mucho de sustentabilidad, ecología, inclusión, voluntariado. Desde diversos ángulos siempre hay una tensión entre egoísmo y altruismo. Nosotros mismos muchas veces vivimos esta tensión. ¿Cómo saber cuándo debemos de servir a los demás y cuando debemos ver por nosotros mismos?
Muchas veces en nuestra educación en los primeros años se nos enseñó que ser bueno es estar al pendiente de los demás, decir siempre que sí, siempre responder de buena manera, no gritar, no enojarse. Cuántas frases como: “los niños buenos no se enojan,” “el que se enoja pierde,” “siempre debes compartir.” Cuando se interiorizan estas formas no siempre aprendemos a poner límites y a ver nuestras necesidades. Podemos crecer sintiéndonos buenos, generosos o serviciales cuando en nuestro interior aflora un sentimiento de: “por qué siempre yo,” “quisiera decir que no pero me siento culpable.” A esto le sumamos que en ambientes cristianos la fe nos enseña que la caridad lo soporta todo, que debemos estar siempre al servicio de los demás, debemos ser abnegados y sacrificarnos siempre por los que amamos e incluso por los que no amamos. Varias personas plantean que se han sentido incomprendidos o regañados por alguna figura religiosa cuando se sienten molestos contra su madre, hermano, amigo, etc. Se han sentido malos cristianos o malas personas. ¿Cómo encontrar un equilibrio?
La base está en una sana espiritualidad, el amor a Dios junto con un profundo conocimiento de nosotros mismos y reconocer nuestras necesidades. Si yo reprimo o niego mis necesidades tarde o temprano explotaré y un día me cansaré de ser el bueno de la película o reclamaré a los demás su poca gratitud o reconocimiento de todo mi esfuerzo, bondad y sacrificios. Otro punto de conocimiento es analizar si mi espíritu de servicio, mi bondad o generosidad son verdaderamente virtudes o tienen rasgos de compulsiones, es decir, que soy aparentemente servicial o generoso pero en realidad lo que busco de manera oculta es aceptación, reconocimiento o me da miedo exponer mis necesidades. Además de reconocer nuestras necesidades y diferenciar entre virtud y compulsión, otro aspecto importante es reconocer nuestras limitaciones. Todo ser humano tiene límites personales, nadie es incansable o inquebrantable. Todos en algún momento tenemos necesidad de un espacio personal, de un descanso reparador, de negarnos a escuchar algo o realizar algún servicio porque no es el mejor momento para nosotros, de buscar, como Jesús, largos momentos de oración a solas.
Hay una experiencia que quisiera compartir para ilustrar esto. Hermanas mayores de mi comunidad narran que en un tiempo Madre Teresa de Calcuta pidió a las superioras generales de congregaciones religiosas voluntarias ante la guerra de los años 70’s. Dos hermanas nuestras fueron enviadas por nuestra fundadora, la Beata María Inés Teresa Arias.
Madre María Inés era muy práctica, maternal y humana, sus escritos están llenos de profundas reflexiones místicas junto con un sinfín de detalles humanos de alimentación, humor, cosas prácticas de la vida cotidiana. Así, en esta experiencia ella misma les ayudó a las hermanas a hacer sus maletas y les puso alimentos, botas y cosas que podrían necesitar. Les hizo una muy sabia recomendación: “hijas, no coman cualquier comida ni se hagan las valientes, pues no es su clima, comida, cultura, extremen cuidados porque van a cuidar y no a ser cuidadas.” (Aclaro que las palabras no son textuales sino mi construcción de la narración). Las hermanas se fueron y cuentan que de momento se sentían un poco incómodas por no comer lo mismo que los demás o no hacer todo como las demás, pero poco a poco las voluntarias fueron enfermando y fueron las únicas en quedar en pie. En ese momento yo no puse tanta importancia a esta anécdota, pero con el tiempo se ha convertido en mi ejemplo de autocuidado y equilibrio. Una mujer que, siendo una mujer de profunda caridad cristiana supo recomendar con equilibrio el cuidado de la propia persona para servir mejor aceptando los límites que sus hijas pudieran tener.
Cuando se va desarrollando una adecuada relación con Dios, viviendo en continuo discernimiento, uno aprende a escuchar cuando Dios te pide dar más de lo que puedes humanamente en ese momento, cuando te debes exigir el dar sin medida y cuando Él mismo te dice: “confía, deja todo en mis manos, has hecho lo que podías hacer.” Autocuidado no es egoísmo, es amarnos a nosotros mismos desde Dios para poder seguir dándonos a los demás. Es llenar nuestro vaso para poder dar a los demás de beber, es amarnos porque Dios nos mira con amor, es intentar vernos con los ojos de Dios y tener también compasión de nosotros mismos sin caer en actitudes de victimismo, sino dar a cada cosa su justa dimensión, así podremos exigirnos sin descuidarnos, darnos sin vaciarnos, desgastar la vida por amor sin negarnos momentos de descanso, sobre todo en la oración.
TAREA PERSONAL
Para comenzar a cuidarte te sugiera algunos de estos ejercicios:
- ¿Quién me ayuda? ¿Dónde me hallo mejor? ¿Qué cosas me animan? Repasa y responde a estas preguntas en paz y serenidad.
- Cuídate bien: Dedica un día al mes a tu recuperación y disfrute: leer, andar, oír música. Haz cada día algo que te agrada mucho.
- Busca cada día un momento a solas con Dios y encuentra descanso en Él, confíale tus preocupaciones y deja lo que te agobia en sus manos.
Hna. Elizabeth Mendoza Bravo MC
5 comentarios en “AMARÁS AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO: CLAVE DE AUTOCUIDADO”
Hermana wowwww sabe creo que el mismo Jesús me ha respondido a muchas de mis preguntas constantes que me hacia, debo de cuidarme a mí misma también, a fortalecerme para poder darme y ha estar en comunión con el mismo Cristo! Gracias por este Artículo, por compartirlo con nosotras, me siento afortunada por poder leerlo, Dios con usted! Felicidades, con mucho cariño y respeto le mando un abrazo 🤗 y un beso 😘 afectuoso!
Me llego profundamente su reflexion hna siendo de 3ra edad ne gustaria pasarsela a mis HnosMayores (SJO) Ojala pudiera ir algun dia con nosotros pues asi como dice fuimos creados x nuestros padres a ciertos criterios y.nos olvidamos de.cuidarnos grs x compartir!!!!
Excelente blog
Bien lo dicen las indicaciones al empezar a despegar en el avión… Primero póngase usted la mascarilla de oxígeno y luego la de su acompañante.
Me queda claro primero a cuidarnos y salvaguardar la vida para poder ayudar al que me necesite.
Saludos hermana Liz.
Dios y María Santísima la bendigan siempre
Cursos de aurestima que sepas por aca en Monterrey?
Te enviaremos información