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Ser feliz cuando mis emociones me dicen lo contrario

La felicidad se da cuando tengo la certeza de que estoy en el camino correcto. Lo importante no es sentirme feliz, sino saber que me dirijo hacia la felicidad, aunque no sepa cómo llegar hasta ella y aunque de hecho pueda no sentirme feliz.

Y es que de ordinario tenemos un concepto muy equivocado de la felicidad, porque nuestras expectativas sobre ella suelen también estar equivocadas. Solemos creer que somos o no somos felices porque nos sentimos o no nos sentimos felices, cuando en realidad la felicidad más que un estado es un camino, es una dirección, que cuando es adecuada nos proporciona estados emocionales placenteros, suframos o gocemos en nuestro cuerpo o nuestro espíritu. Si sé que estoy en lo correcto, si se que estoy acertado, podré sufrir o no sufrir, pero estar en lo correcto, estar en lo acertado y saberlo, proporciona ya un alto grado de felicidad, sean cuales sean los sentimientos u emociones.

De esta forma la felicidad, una felicidad auténtica, se daría cuando por ninguna causa y por ninguna razón ésta pudiese venirse abajo. ¿Y cómo es esto de que la felicidad puede ser de tal categoría, que no pueda venirse abajo sin importar lo que me ocurra? Pues porque la felicidad es de una categoría distinta de los acontecimientos o de la materia, del saber o del tener, de lo que nos ocurre o de nuestras emociones. Es decir, la felicidad es algo de tipo permanente, o al menos debiera de serlo y se da cuando yo estoy seguro o al menos convencido, de estar haciendo lo correcto e ir en la dirección adecuada. Sin embargo, las circunstancias y los acontecimientos espirituales o las condiciones materiales son de carácter transitorio. Sí, pero tú me dirás ya, ya, pero yo quiero ser feliz y sentirme feliz, aquí y ahora y no creer en una felicidad que no me proporciona el estado de satisfacción que yo quiero. Y es por ello que necesitamos tener, un cambio de paradigma, donde la felicidad no sea estar bien sino saber que voy bien y donde mis estados emocionales no choquen con ese ir bien, sino que sean circunstancias que yo entiendo que van y vienen muchas veces sin mi control. De esta forma, con un ejemplo un poco rudimentario podríamos decir que el ser de pelo rubio no debiera de tener nada que ver con sentirme bien o mal o ser feliz o no serlo, claro está si no es que yo baso la felicidad en tener o no tener el pelo rubio. Igualmente el sentir esto o aquello, o sufrir esto o aquello, o tener tal o cual carencia, puede para mi ser causa de felicidad o infelicidad, pero en si no lo es, lo es solo para mí porque yo he basado la felicidad en ello, pero no lo es.

Nuestra felicidad no debiera estar determinada por los criterios o los deseos de quienes nos rodean, ni tan siquiera por nuestras propias expectativas, ya que al no ser la felicidad algo concreto u estático sino en estado de vía y de perfección. Ni tan siquiera yo puedo saber en qué consiste, o al menos no como un estado, sino como un camino. Por tanto, la enfermedad, el dinero, el trabajo, la libertad de movimientos o de circulación, el tener o no tener pareja, ni tan siquiera el estar bien o no estar bien con la pareja, etc., no debieran de ser causa de felicidad o infelicidad, sino que más bien son cuestiones que me llevan a tener unos estados fisiológicos o psicológicos más placenteros, pero no son la felicidad. ¿Entonces estamos llegando al punto en el que la felicidad como algo concreto toca más a una cuestión de lenguaje o de términos que a una cuestión de experiencias? Pues sí, la felicidad toca más a entender que a experimentar, aunque una vez bien entendida se llega a experimentar también de forma emocional. La felicidad es de otra categoría que las cosas que suceden. Es decir, la felicidad es del orden del entendimiento y las emociones y los sentimientos son más del orden de los acontecimientos, lo físico y las circunstancias. De esta forma yo puedo ser feliz porque estoy conforme conmigo mismo y con la dirección que lleva mi vida, incluso aunque tenga que corregir cosas de mi vida, al margen de las cosas que me suceden, sean estas de orden fisiológico, psicológico, material o incluso espiritual. Yo puedo ser feliz como premisa, a priori, es decir, lo primero es ser feliz y de esta forma podré vivir de mejor modo la vida, corregir lo que haya que corregir y ayudar a quien haya que ayudar, porque ya dice un dicho que un santo triste es un triste santo.

¿Pero me dirán, como es esto de que yo puedo ser feliz cuando no me siento feliz, cuando no me hacen feliz, cuando la enfermedad mina mi salud o cuando las carencias que sean me tienen limitado, angustiado, acongojado? Pues porque estamos teniendo falsas expectativas de la felicidad y estamos buscándola donde no está, porque volvemos a decir que ella no está aquí o allí, sino que puede estar en cualquier lado siempre que tu vayas hacia ella y la busques y la desees, al margen de las condiciones que te rodean, de tus limitaciones, de tus experiencias, sufrimientos y temores. No es un estado que adquiero sino un camino que he de elegir y toca más a la elección que a lo que te sucede. Y de esta forma podemos ser felices tan solo con dos condiciones: primero estar conformes con nosotros mismos y segunda buscar la felicidad por encima de TODO, es decir no pretender encuadrarla aquí o allí, en esto o en aquello o en esta o aquella persona, sino en sí misma, en la vida misma, en mi vida misma. Y una vez estemos conformes con nosotros de forma incondicional (e incondicional quiere decir incondicional) y nos determinemos a buscarla por encima de todo, estaremos en una actitud y en una dirección adecuada para sabernos felices y sabernos felices nos llevará a sentirnos felices, al margen de salud o enfermedad, de bienes o carencias, de personas o acontecimientos, que podrán ser estos buenos o malos, agradables o no.

ESTAR CONFORME CON UNO MISMO.

¿Cómo puedo estar conforme conmigo mismo si no lo estoy? Pues primero que nada se requiere de un alto grado de desprendimiento de ideas preconcebidas sobre uno mismo en cuanto a alguien ideal, en cuanto a lograr unas expectativas o reunir determinados estándares de salud, de belleza, de cultura, de poder. Es decir todo aquello que sea un estorbo para mi felicidad me señala que no estoy en la actitud correcta, aún no he logrado manejar las cosas en sus distintas categorías: la felicidad es de una categoría y todas esas cosas son de otra, por tanto no puedo esperar la felicidad a base de perseguir esas cosas, de la misma manera que no puedo sumar peras y manzanas para saber cuantas hay de cada, sino para saber cuántas frutas hay.

Al decir desprendimiento de todo, cosas y personas no se quiere decir indiferencia de todo, sino no dependencia, o más bien independencia, pero ésta bien entendida. Esas cosas me pueden proporcionar estados de placer y darme seguridades materiales y la felicidad es más del orden espiritual y por tanto no depende de cosas sino del uso adecuado de la inteligencia y de la voluntad que la busca por sí misma y esta persecución exige ya un alto grado de conformidad con uno mismo.  Esto en ocasiones se podrá dar de forma externa y otras muchas, por diversas razones solo se podrá dar de forma interna, ya que si algo no te perdonaran jamás quienes no están dispuestos a tu independencia y a la felicidad que ellos no gozan es ser tú mismo y vivir de modo “diferente”. Desprendimiento de uno mismo en cuanto a pretender saberlo todo, y conocerlo todo, tener claro todo, estar seguro de todo, enjuiciar a todos y a todo. Es más prudente y acertado vivir en una cierta ignorancia e inseguridad de todo y de todos y poco a poco ir aprendiendo, que estar ya seguro de todo y de todos y poco a poco ir viendo como todo no es lo que parece. Estar conforme con uno mismo es confiar más en lo acertado del ser que me dio la vida (para mi Dios y cada uno crea en lo que crea) que pensar que ese ser se equivocó y que mi felicidad está condicionada a mis logros o expectativas, a mi posición social, a si viví una vida fácil o me fue difícil, a si estoy enfermo o no, si viví una tragedia o no, si tengo dinero o no. Estar conforme conmigo mismo significa que hay una felicidad que voy viviendo de forma incondicional y que hay otra que debo de descubrir, pero que no tengo ni idea de cómo será, porque no se cómo será mi vida mañana. Significa también apartar la vista de quienes tengo claro que son un engaño, pero apartar la vista por el engaño y no por ellos, porque yo mismo muchas veces soy un engaño pero ello no puede ni debe de ser causa de privarme de la felicidad, sino que con la felicidad, hacer las correcciones en mi vida que sean necesarias. Y no confiar en los propios sentimientos como causantes de una felicidad, cuando éstos muchas veces cambian después de un plato de lentejas. De forma que solo en la verdad y en ti mismo y en tu propia conciencia puedas confiar y encontrar lo eterno.

Creemos con frecuencia que debemos de saber, debemos de tener, debemos de poder tales o cuales cosas, o tener estas personas para ser felices y alteramos el orden, ya que primero debemos ser para luego saber que queremos saber y luego debemos de saber, para luego saber que querer y finalmente debemos de conformarnos a lo que tenemos, para no pretender lo que no nos es posible, cuando no es posible.

Estar conformes con nosotros mismos significa no vivir en un continuo remordimiento por nuestros errores, sino verlos como escuela de aprendizaje, se cambia lo que se haya de cambiar, pero lo primero es estar bien con uno mismo y ya bien con uno mismo se hacen las cosas mejor. Significa también que es imposible cumplir todas las reglas y agradar a todas las personas, por lo que mi felicidad tiene que salir intacta, aunque llegue a trasgredir algunas reglas en ocasiones o llegue a desagradar a algunas personas. Ser feliz de esta forma no significa ser un psicópata carente de sentimientos, como dijimos más arriba los sentimientos son de otra categoría, son de esta vida, la felicidad  es sobrenatural, es eterna, los sentimientos no se deciden, la felicidad si. Estar conforme con uno mismo significa que mi aprecio por mí mismo no dependa de si acierto o no en las conversaciones, de si cumplo o no las expectativas de otros o las mías propias en un determinado trabajo o cualquier otra cuestión, porque sería peor no temer aprecio por mí mismo y no acertar o no tener aprecio y no cumplir. Siempre podré realizar un trabajo o mostrarme mejor si tengo aprecio de mí que si no lo tengo, e incluso siempre podré salir mejor del error si lo tengo que si no. Estar conforme con uno mismo significa formar la propia conciencia de la mejor forma posible, con elementos verdaderos y auténticos, con valores que no perecen y en la verdad, pero no dejar la propia conciencia para seguir la de otro, aunque ese otro pueda parecer mejor que yo. Significa que viviré de forma adecuada, si me estimo y busco hacer los cambios necesarios y viviré de forma inadecuada si no permito estimarme hasta no lograr los cambios, o tal o cual nivel de virtud. “De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma” y la felicidad y la conformidad con uno mismo tiene mucho que ver con el alma.

Estar conforme con uno mismo presupone que es lícito y hasta obligado tender a la perfección, pero la felicidad no es rehén de la perfección, sino que la perfección se persigue mejor siendo felices y serlo tiene más que ver con la conformidad con uno mismo, aunque siempre falte trecho por recorrer. Significa también que de una u otra forma y cada quien sabrá el modo de hacerlo, se ha de buscar el bien de los demás y no encerrarse en el propio egoísmo, la propia felicidad exige la búsqueda de la felicidad de los demás, no podemos pretender ser felices al margen de buscar la felicidad de los demás. Estar conforme con uno mismo significa saber y estar convencido de que los sufrimientos, las incomprensiones, los acontecimientos o las personas no van a restarme un ápice de felicidad, por la sencilla razón de que no los enjuiciaré como los responsables de ella. Significa que no hay nada que sanar para ser feliz, sino que debo de sanar lo que haya que sanar siendo feliz. Estar conforme con uno mismo significa ver el sufrimiento y el dolor más como escuela de aprendizaje que como algo aborrecible de lo que debo de huir y no me refiero a ser masoquista, sino a que el sufrimiento y el dolor cuando tienen razón de ser no solo son necesarios, sino que son buenos y virtuosos. Significa también que en determinadas cuestiones uno está solo ante Dios y que sea cual sea la decisión que se tome, ésta será acertada si se tiene rectitud de intención y buena conciencia. Estar conforme con uno mismo significa estar convencido que ese trauma, ese error, ese dolor, esa experiencia horrible, esa enfermedad, no te quitan valor como persona, sino que te lo dan, no te hacen peor persona sino mejor. Nos preocupamos y nos vemos mal por haber padecido muchas o grandes cosas malas en la vida, cuando el haberlas padecido las más de las veces no nos fue posible evitarlo y si lo fue, debiéramos de pensar ¡Que gran lección!

ACERTAR EN LA DIRECCIÓN DE LA PROPIA VIDA PARA SER FELICES

No debiéramos de estar del todo seguros de nosotros mismos en cuanto a la dirección de la propia vida, cuántas veces hemos deseado y anhelado con pasión y dirigido nuestra vida a cosas que ahora detestamos, no estar demasiado seguros ayuda a mantenernos felices, pues si bien los errores no nos deben de restar felicidad, no quita que tienen consecuencias, muchas veces dramáticas. Más bien debiéramos de incluir en nuestra vida cuestiones que si son de fiar, como el amor por los demás, por los seres vivos, por el servicio, por la bondad, pues esta dirección es adecuada y que sean de fiar no depende de mis gustos o caprichos y esto facilita la felicidad. Aun errando de dirección, esto no significa que he de vivir en el tormento y la desesperación, en el reproche de mí mismo, si es cierto que puede haber consecuencias desastrosas por haber llevado o vivido determinada vida, también es cierto que bien aprovechado, nada ni nadie me va a ganar en experiencia sobre ello dirigido hacia el bien: “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”, y si quiero ser feliz debo de usar para el bien también lo que no me gusta, tanto como lo que me gusta. Acertar en la propia vida significa cada vez más y más vivir la propia vida y cada vez menos y menos la de los demás y en esto hay también un mucho de actitud adecuada para la felicidad. Acertar en la dirección de mi vida significa que si lo que busco es la felicidad, debo de confiar en ella por encima de todo para poder encontrarla y eso implica ya ser feliz por encima de todo. Significa también que si soy feliz en el camino de la vida, podré de mejor modo ayudar a otros a serlo que si no lo soy, por tanto, ser feliz por encima de todo no es egoísmo sino humildad. Acertar significa que la felicidad tiene más que ver con la paz interior que con los altibajos de las pasiones y los sentimientos y que si estos no solo son necesarios sino imprescindibles, no pueden ser los que determinen mi felicidad, o ya estaremos otra vez en las andadas de los errores no deseados y en los lamentos por las consecuencias. Significa que debes de ser, como crees que debes de ser, con buen corazón y conciencia y el resto dejárselo a Dios, lo cual no significa ni ser inconsciente ni escandalizar. Es tener presente y cuanto más mejor, que vamos a morir y esto no nos resta alegría, sino que nos da más aprecio por la misma vida y más felicidad de estar vivos. Acertar significa que no estoy solo en el mundo y que por tanto otros necesitan de mí, como yo necesito de otros y en este darse y necesitar hay un mucho de felicidad. Significa que podemos ir en el mismo camino que otros u otros pueden ir en el nuestro, pero no podemos pretender ponernos en sus zapatos o que ellos se pongan en los nuestros. Acertar la dirección, significa incorporar a la propia vida valores y virtudes ya probados, que no nos defraudarán aun cuando nos defrauden las personas, como a su vez defraudamos nosotros y saber que eso no necesariamente exime de caídas, la perfección es propia de Dios, desear la perfección es propio del hombre. Acertar la dirección significa no despreciar lo que no nos gusta de nosotros mismos, es más llegar a amarnos con ello mismo y esto nos dará una felicidad que las cosas materiales jamás nos podrán dar, porque nadie nos lo podrá arrebatar. Pretender vivir la vida para nosotros mismos y nuestra propia felicidad, sin preocuparnos en absoluto por la felicidad de los demás es la opción más segura para la propia infelicidad, pero no me refiero a la felicidad del ji, ji, ja, ja, que esa si se consigue desentendiéndose de los demás, (aunque pasa factura), sino a la felicidad que proporciona estar en paz con uno mismo, sin despreciar tampoco el ji, ji, ja, ja. Acertar significa confiar en la bondad que hay dentro de ti y apreciarte por ello y desconfiar de la maldad que hay dentro de ti, pero apreciarte también con ello. Acertar en la dirección de la propia vida y encontrar la felicidad, tiene mucho que ver con no pretender un estado de salud, o psicológico, o psiquiátrico, o cultural, o religioso, ideal sino más bien tratarte con afecto, valorarte y no menospreciarte sea cual sea tu estado de salud, psicológico, psiquiátrico, cultural o religioso, pues esto en ocasiones podrá mejorar y en otras no y ¿Voy yo a restringirme la felicidad tanto si puede mejorar como si no? El camino de la vida que conduce a la felicidad es muy estrecho e incómodo, ya que no se trata de tener en ocasiones momentos felices, sino de ser feliz y que está felicidad se vea siendo “tentada” una y otra vez, de forma que no debieras de preocuparte demasiado delante de tus sufrimientos y temores, son como las piedras del camino. Elegir bien el camino es ser consciente de que en la vida verdadera tu eres el protagonista de la película que está sucediendo y ello conlleva también dolores, caídas, temores, sufrimientos e imperfección, la otra vida que no conlleva todo eso es propia de Neflix. Elegir bien el camino de la vida es no estar dispuesto por nada del mundo para que no te roben el aprecio por ti mismo con falsos cantos de sirena, que te digan que hasta que no tengas esto o lo otro no puedes ser feliz y luchar con uñas y dientes por ello, es decir siendo feliz.

José Luís Medina.

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Un comentario en “Ser feliz cuando mis emociones me dicen lo contrario

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