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La fuerza de la imaginación

Una de mis pasiones es el arte: la literatura, la música y la pintura. En esta ocasión me centraré en las artes visuales, en la pintura. Alguien podría preguntarse qué tendría que ver el arte o la pintura en un blog de sanación. Mucho de nuestra memoria es visual y algunas perturbaciones llegan en forma de imágenes; igualmente, para proceso de sanación hay muchos medios que usan la fuerza que una imagen mental tiene para evocar sensaciones, el recuerdo de personas que nos hicieron sentir amados y seguros, el recuerdo de lugares que nos evocan paz y protección.

Normalmente, si son creyentes, uno de los medios para crecer en la vida espiritual y en el camino de sanación es la oración, y justo el obstáculo que interfiere en la oración de muchos es ruido visual, es decir imágenes. Los publicistas también saben usar la psicología de la imagen para vendernos sus productos. Los que producen pornografía saben sobre el poder de la imagen y usan recursos visuales para generar un consumo. Vivimos en un mundo de contaminación visual que genera en nosotros dispersión interior y muchas veces turbación. Con frecuencia la imaginación nos distrae del encuentro con el Señor, así que por ello decidí dedicar este artículo a esta facultad humana.

En lo personal uno de mis canales privilegiados de aprendizaje y pensamiento es la parte visual. Tengo mucha imaginación y pienso mucho en imágenes. Una vez un exalumno me preguntó que si después de mi oración no me venían ganas de componer una canción. La verdad es que no, aunque me gusta la música y cantar la composición no es lo mío. Más bien lo que me vienen ganas es de pintar un cuadro, y, como normalmente no tengo tanto tiempo para pintar un cuadro tengo un cuaderno de dibujos de mi oración. Digamos que sintetizo mi experiencia en un dibujo sencillo acompañado de una frase. Igualmente, si los cantos de la misa no están muy bien elegidos me distraigo con imágenes mentales que no tienen nada que ver con la celebración. Cada uno tenemos una sensibilidad distinta así que no sé si esto que aportaré aplicará para todos, estoy segura que no, pero para aquellos que somos personas visuales y tenemos muy desarrollada la imaginación, estas reflexiones podrían ayudarles.

Como decía anteriormente, vivimos en un mundo donde miles de imágenes nos bombardean en la televisión, internet, redes sociales, espectaculares, publicidades, etc. Muchas imágenes entran en nuestra mente y pueden volverse ruido mental. Bien dicen que una imagen vale más que mil palabras, tiene una fuerza e impacto en nuestra mente. Santa Teresa, doctora de la Iglesia y maestra de espiritualidad hacía bien en llamar a nuestra imaginación “la loca de la casa” o considerarla una “de estas maripositas de las noches, importunas y desasosegadas.” (Libro de la Vida). Muchas veces peleamos con nuestra imaginación, no sabemos cómo sosegarla, aquietarla. Por eso me gusta mucho el modo que San Ignacio utilizó como una manera de invitar a la imaginación a la oración y hacerla nuestra aliada en vez de pelear con ella a través de “la composición de lugar.”

La composición de lugar consiste en, cuando meditamos un pasaje bíblico, ver a los personajes, ¿cómo es la mirada de Jesús? ¿Cómo es el lugar? ¿Cómo son los rostros de quienes están alrededor? Escucho lo que allí se dice, ¿en qué tono de voz se dicen las cosas? ¿Cómo lo escuchan los que están allí? San Ignacio incluso invita a percibir lo que allí se huele. De esta manera entro en la escena, nos invita a formar parte de ella, ¿qué personaje soy? ¿Me identifico con alguno? Este adentrarnos en la escena nos puede ayudar a conectar más vivamente con la Palabra de Dios y mover nuestros afectos.

Si quieres tener una imagen de esto, te sugiero ver la película de San Ignacio de Loyola del año 2016 y que justo este viernes 4 de octubre se estrenará en cines en México. Fíjateen la escena donde Ignacio se imagina a los santos y conversa con ellos mientras lee sus vidas; o cuando invita a una prostituta a imaginarse a Jesús sentado en una silla frente a ella y observar cómo este ejercicio movió algo profundo en ella. El uso de todas nuestras facultades en la oración nos ayudará a encontrarnos con Dios de manera más profunda, incluso si no siempre logramos una imagen tan viva o nos distraemos, el ejercitarnos en ello nos ayudará, además de que Dios siempre bendice nuestros esfuerzos a pesar de los fracasos y recordar que los frutos de la oración son gracia y no únicamente causados por nuestro esfuerzo.

Otro medio que pienso puede ayudarnos en nuestro mundo rodeado de imágenes es orar las imágenes que nos ayuden a conectar con lo divino.  Hace poco leí el libro “Formación espiritual” de Henry Nowen. Allí habla del término de Visio Divina. Me encantó la propuesta. Busqué sitios donde hablara de ellos pero todos son en inglés, como quiera se los pongo para los que les interese. La metodología consiste en usar una imagen religiosa e incluso no religiosa, un cuadro de arte, una fotografía, para centrar mi atención y hacerme presente ante Dios a través de la contemplación de la imagen. En la Iglesia Oriental esta práctica es común a través de las iconas, que son fuente de espiritualidad y nacen también de una profunda oración. Todo nos habla de Dios, los colores, los elementos y, aunque no sepamos mucho de arte, nos contacta con el misterio y con la Encarnación del Hijo de Dios.

Somos carne y hueso, vista, tacto e imaginación, afectos e inteligencia. Usa todos tus sentidos exteriores e interiores para buscar a Dios y mover tus afectos para ordenarlos en Dios.

Trabajo  personal

1. En un retiro con papás del Colegio hicimos la LectioDivina del texto de Lc 5, 19-26 haciendo especial énfasis en la composición de lugar:

Busca un lugar que te ayude a concentrarte y hacer oración
Busca una postura que te ayude a entrar en oración, a ponerte en presencia de Dios.
Dedica unos minutos a disponerte, a serenar tu mente a través de sentir tu cuerpo y respirar lenta y profundamente.
Lee una vez el texto tratando de entender lo que dice, ¿qué dice el texto?
Relee el texto imaginando la escena, ¿cómo es la casa? Imagina la multitud, ¿cómo se ve Jesús? ¿Cómo se ve la casa llena de gente? Imagina qué sentirían al ver que alguien hace un agujero en el techo y empieza a bajar un enfermo. ¿Qué hacen los amigos del paralítico? ¿Cómo es el paralítico, qué expresión tiene? ¿Qué sentiría? ¿Quién eres tú en esa escena? Un observador, un amigo del paralítico, el paralítico.
Gusta lo que experimentes contemplando la escena y fíjate particularmente en lo que sientes o experimentas al respecto, no tanto en lo que piensas sobre el texto.
Al finalizar, ¿qué me dijo esta escena? ¿Qué quiero decirle a Dios después de contemplar la escena?
Agradece a Dios por lo que hayas encontrado en esta escena.
2. Contempla la imagen de la Trinidad del pintor ruso Andrei Rublev, intentando hacer la Visio Divina(puedes profundizar buscando el libro de Henri Nowen, Formación Espiritual, de donde extraje esta guía:
Sigue con la vista la línea que señala el círculo de intimidad creado por las tres figuras en el cuadro. A continuación, fija tus ojos en la puertecita rectangular señalada en la parte frontal de la mesa. Cada pocos instantes, aparta tus ojos del icono y repite en voz alta alguno de los versículos bíblicos consignados enseguida en este mismo párrafo.
Vuelve a mirar fijamente el icono. Entra de nuevo en el círculo de intimidad.
Centra tu atención en la verdad de alguno de estos versículos o afirmaciones de la Sagrada Escritura, que leerás en voz alta como una forma de oración:
o «Dios es para nosotros refugio y fortaleza, auxilio en los asedios, del todo disponible» (Sal 46,1).
o «Yo confío en ti, Señor. Digo: “Tú eres mi Dios”» (Sal 31,15).
o «Que Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño de su aprisco» (Sal 95,7).
o «Estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes, ni altura ni hondura, ni criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en el Mesías Jesús, Señor nuestro» (Rm 8,38-39).
o «Tu bondad y lealtad me escoltan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor – ¡la casa del Señor! – por días sin término» (Sal 23,6).
o Al finalizar tu tiempo de oración, repite en voz alta el salmo siguiente:

Una cosa pido al Señor

y es lo que busco:

habitar en la casa del Señor

Todos los días de mi vida.

Él me guarecerá en su cabaña

en la hora del peligro:

Me esconderá en lo escondido de su tienda,

me alzará sobre la roca.

Entonces levantaré la cabeza

sobre el enemigo que me cerca.

en su tienda ofreceré sacrificios entre aclamaciones

cantando y tañendo para el Señor (Sal 27, 4-6)

Lectura sugerida:

NOWEN, Henri J. (2011). Formación espiritual: siguiendo los impulsos del espíritu. Sal Terrae.Hna.

Elizabeth Mendoza MC

2 comentarios en “La fuerza de la imaginación

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